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Seamos innovadores, seamos creativos. Las actividades formativas en línea desde la biblioteca universitaria.

Nuestro trabajo como bibliotecarios conlleva en muchos casos una faceta “docente” que, en los últimos tiempos ha devenido en docente exclusivamente online debido a las circunstancias derivadas de la pandemia del COVID-19.

Prácticamente toda la vida universitaria se ha virtualizado, las universidades presenciales han hecho un enorme esfuerzo por adaptarse a la docencia online en tiempo record y las bibliotecas han estado a la altura. Pero hemos de ser conscientes de que el papel de las bibliotecas ha de reforzarse y sus profesionales debemos de estar siempre alerta para afrontar los próximos retos. Uno de ellos es, sin duda, integrarse en el proceso de enseñanza-aprendizaje online lo que implica, entre otras cosas, reforzar la figura del bibliotecario formador.

Como bibliotecario, uno de los trabajos que más me gusta es compartir actividades que supongan una interacción con estudiantes, investigadores, profesorado… en las que exista intercambio de información y conocimientos: desde la pregunta de referencia en sus múltiples variantes o la «clásica» formación de usuarios hasta los planes y programas de formación en competencias informacionales y mediáticas. Pero este tipo de actividades son también de las más exigentes, de las que requieren un mayor esfuerzo de preparación y actualización.

Las siguientes reflexiones surgen en el contexto del Título Propio de Experto en innovación y tecnología educativa que estoy cursando en la actualidad, impartido por profesorado del Grupo de investigación InnoEduca de la Universidad de Málaga. La mejora de nuestra experiencia docente y de los resultados del proceso de enseñanza-aprendizaje en que nos involucramos no surgen espontáneamente: si queremos innovar y ser creativos es fundamental dedicar tiempo y esfuerzo a la lectura, al estudio y a conocer qué hacen nuestros colegas en otras bibliotecas. También es preciso ampliar nuestro enfoque didáctico hacia un nuevo paradigma educativo.

Probablemente pensemos que el grado de creatividad e innovación en los programas de formación ofrecidos por las bibliotecas es moderado y que las posibilidades de innovar y promover la creatividad son limitadas. Hay que tener en cuenta que muchos de los cursos y sesiones de formación están centrados en el aprendizaje práctico de un conjunto de recursos y servicios bibliotecarios y documentales (catálogo, bases de datos bibliográficas, localización y uso de revistas y libros en formato digital) y que la meta a alcanzar es que los usuarios sean autosuficientes para encontrar, seleccionar y tratar de manera segura y eficaz registros bibliográficos, bien referenciales, bien a texto completo, necesarios para sus tareas de enseñanza, aprendizaje o investigación.

Puede parecer que lo específico y “utilitario” del objeto de aprendizaje de nuestros cursos y sesiones de formación reduce las posibilidades de ser creativos. Sin embargo, hay estrategias sencillas con las que promoveremos la innovación y la creatividad. Algunas serían:

  • Se permite el error. Los cuestionarios que se proponen cuentan con suficiente tiempo para permitir su lectura y resolución con calma, y pueden repetirse por parte del alumno hasta obtener un resultado adecuado. No se penaliza el error, más bien al contrario, se valora que se llegue a un resultado adecuado. Esto libera a los usuarios de una tensión innecesaria a la hora de enfrentarse a un cuestionario en línea con límite de tiempo y de intentos. Nuestro objetivo no es «poner una nota» a los participantes, sino que autoevalúen sus conocimientos.
  • Las tareas y resolución de problemas tienen diferentes respuestas válidas. Planteamos en nuestros cursos supuestos prácticos adaptados al contexto de los usuarios, que permiten personalizar sus respuestas y que suponen para ellos un aprendizaje significativo. Sugerimos actividades más “experimentales”, con libre elección de temas por parte de los alumnos a la hora de hacer búsquedas o de elegir los recursos de información en los que indagar.
  • Los distintos temas se abren progresivamente. Por orden cronológico, proponiendo un itinerario de aprendizaje, pero siendo, a la vez, muy flexibles de manera que el avance en el curso, dentro del ritmo general, lo marca cada alumno.
  • Se realiza una evaluación inicial para tener un diagnóstico del grado de conocimiento previo, de manera que adaptamos los contenidos, actividades e incluso la metodología del curso a la realidad de la que parten nuestros usuarios.
  • Se promueve la presentación de los participantes para que todos conozcan la procedencia, especialidad, intereses, etc. de los demás. Esto favorece el sentimiento de pertenencia a un grupo, a una comunidad de aprendizaje.
  • Se comparten (de manera voluntaria), los resultados de las tareas a través de los foros y de seminarios o tutorías en línea, de manera que se genera un ambiente colaborativo y de interdependencia.
  • Vamos más allá de explicar los recursos de la Biblioteca, y nos enfocamos en los intereses y necesidades de los usuarios. Por ejemplo: a los estudiantes de últimos cursos les preocupa cómo obtener la información para realizar su Trabajo Fin de Grado. Lo mismo sucede con los estudiantes de Máster o de Doctorado. Por tanto, ofrecemos cursos específicos de orientación bibliográfica para la realización de estos Trabajos Académicos.
  • La estructura y contenidos de los cursos tratan de despertar la curiosidad de los participantes por lo que van a descubrir en los próximos temas, o sobre información adicional, referencias bibliográficas o recursos en la Red a los que pueden acceder.

Terminemos con una mirada sobre nosotros, las bibliotecarias y bibliotecarios: hemos de ser capaces de profundizar en nuestro rol como docentes y de aprovechar todas las oportunidades para formar y formarnos.

Seamos agentes inspiradores de innovación, con una actitud abierta a los cambios, saliendo de nuestra “zona de confort”. Planifiquemos actividades en línea con nuevos enfoques, que permitan, por ejemplo, el aprendizaje colaborativo, la evaluación entre iguales, el empleo de las redes sociales y la tecnología móvil, el uso del juego como elemento didáctico o la introducción de las flipped classroom en nuestros Programas de formación.

Innovación educativa, paradigma EdTech y oferta formativa de la biblioteca universitaria: reflexiones de un bibliotecario-formador

Recientemente he asistido a una videoclase del curso Experto universitario en Innovación y Tecnología Educativa, impartida por el profesor Enrique Sánchez Rivas, miembro del grupo de investigación InnoEduca de la Universidad de Málaga. En ella, se presentaban los principales aspectos del paradigma EdTech.

Como bibliotecario involucrado desde hace ya décadas en la planificación y puesta en práctica de programas de formación en la biblioteca universitaria y muy interesado en la labor que se hace desde las bibliotecas escolares, esta clase y la posterior sesión online con el resto de compañeros del curso, me han hecho reflexionar sobre la manera en que estamos planteando dicha formación y en qué medida podemos mejorar nuestros resultados.

La esencia de EdTech se puede sintetizar en una breve frase: primero la pedagogía, después la tecnología. O dicho de otra forma, para innovar en educación es necesario ir más allá de la tecnología para no solo adaptarnos a ella, sino para transformar el modo en que planteamos el proceso de enseñanza-aprendizaje. Podríamos pensar que innovamos porque sustituímos una explicación presencial por un powerpoint o un videoclip, o si evaluamos las tareas en una plataforma Moodle en lugar de corregirlas en clase: estaríamos adaptándonos a la tecnología, quizá incluso ofreciendo contenidos valiosos e interesantes, pero no transformando la esencia de nuestras actividades formativas, no innovando pedagógicamente.

EdTech cuenta con determinados principios (pedagogía de la coasociación, diseños universales de aprendizaje, entre otros) y con unos modelos de intervención didáctica (como TPack y los Sistemas Dinámicos de Formación Virtual), que se concretan en la construcción de una identidad pedagógica propia, ya sea a nivel individual, institucional o corporativo. A este respecto la biblioteca universitaria no parte de cero: la Red de Bibliotecas Universitarias (REBIUN) trabaja desde hace años en una de sus líneas estratégicas para hacer de estas instituciones agentes fundamentales en la formación de competencias digitales, en la alfabetización informacional y mediática, lo que ha generado una abundante documentación y unos interesantes materiales audiovisuales para la autoformación dirigidos a estudiantes de Grado.

Por otra parte, desde el Consorcio de Bibliotecas Universitarias de Andalucía (CBUA) también se han hecho esfuerzos por compartir experiencias y avanzar en las propuestas formativas que las bibliotecas ofrecen a la comunidad universitaria. La bibliografía nacional e internacional sobre el rol que juegan las bibliotecas universitarias en la formación es abundantísima. Por último, en el ámbito de las bibliotecas públicas y escolares destacaremos, a nivel nacional, la labor del Grupo de Trabajo de Alfabetización Informacional del Consejo de Cooperación Bibliotecaria, coordinado por Felicidad Campal y, en el caso de Andalucía, la llevada a cabo por el profesorado comprometido con la Red Andaluza de Bibliotecas Escolares y la excelente revista digital Libro Abierto, en la que se recopilan reflexiones teóricas, experiencias, opiniones y herramientas prácticas de todo tipo.

Si como bibliotecas, y a nivel personal como bibliotecarios formadores queremos construir una identidad pedagógica propia será necesario comenzar por establecer un perfil de salida, es decir, por preguntarnos qué competencias han de adquirir quienes participan en nuestras acciones formativas, qué huella queremos que la acción formativa deje en ellos. En el caso de las bibliotecas universitarias, una propuesta podría ser la adquisición de las competencias informacionales que permitan a nuestros usuarios desarrollar adecuadamente el aprendizaje y la investigación, mediante el dominio de las herramientas y las técnicas para el manejo de la información académica y científica, su uso ético y la comunicación eficiente del conocimiento y resultados generados.

Para hacer realidad esta declaración, deberíamos concretar acciones, identificar ámbitos de transformación coherentes con el perfil que hemos definido y ser capaces de captar el conocimiento colectivo no solo del equipo de formadores, sino también de quienes se están formando, para enriquecer los contenidos de nuestro modelo pedagógico y adaptarlo al máximo a las características de nuestros usuarios. Algunos de los ámbitos de transformación que podríamos citar en el caso de la biblioteca universitaria serían: los cursos virtuales, las guías de la biblioteca, el material de autoformación depositado en repositorios instituciones, como el de la UMA (RIUMA), las entrevistas y sesiones de información y referencia online, los tutoriales online y las actividades de información y formación presenciales.

En mi opinión, la construcción de un modelo pedagógico propio de la biblioteca universitaria cuenta ya con buena parte de los elementos necesarios, que habría que repensar y potenciar, desde este nuevo paradigma, entre los que citaremos: una estructura para la formación (grupo de formadores estable, integrado en el organigrama de la Institución, grupos y equipos interuniversitarios centrados en la formación para el aprendizaje y la investigación), espacios para el debate y el diseño de la intervención docente de los bibliotecarios (equipo de formadores en espacios colaborativos como Teams, sala virtual de formadores en plataformas de aprendizaje como Moodle, foros y listas de distribución profesionales como IweTel y FIDEL), unas pautas para el diseño de contenidos (planes de formación, programas anuales de formación, materiales y documentos generados por la Comunidad bibliotecaria nacional e internacional), unos procedimientos de evaluación para la mejora permanente (encuestas en cada curso, encuesta anual, informes anuales, foros de debate con los participantes) y unos mecanismos de comunicación con los destinatarios de la formación (correo-e, whatsapp, chat bibliotecario, redes sociales, foros, creación de grupos, tutorías online).

En definitiva, se trataría de seguir avanzando en el largo camino que las bibliotecas universitarias llevan recorrido en el ámbito de la formación, priorizando los aspectos pedagógicos; cohesionando medios, herramientas y actividades, con el objetivo de construir una identidad pedagógica de nuestra biblioteca que nos permita ser realmente innovadores y hacer posible la mejora continua de nuestra oferta formativa.