Feliz Año Nuevo. Resumen de mis publicaciones en 2023

Comienza un nuevo año y es buen momento para reflexionar sobre lo aprendido en el ámbito profesional en estos meses pasados. Para mí, una de las mejores maneras de aprender y mantenerse actualizado, además del trabajo cotidiano y de la participación en congresos, jornadas y cursos, es participar en la conversación profesional a través de la lectura y la publicación de trabajos. Os dejo el listado de mis publicaciones y presentaciones durante el año 2023, que reflejan, en buena medida, mis centros de interés y el aprendizaje vivido en este periodo. ¡Feliz 2024!

Biblioteca e internacionalización de la universidad: Aportaciones y oportunidades. Desiderata, 6 (21). A partir de la revisión de la bibliografía más significativa, se analiza el papel que juega la biblioteca en la internacionalización de la universidad. Para avanzar en este campo, sería muy conveniente que las bibliotecas universitarias españolas orientaran sus recursos y servicios hacia la internacionalización, investigaran los diferentes campos de actividad bibliotecaria y publicaran sus resultados. En el contexto español, la biblioteca universitaria debe ser tenida en cuenta como agente de internacionalización, incluyendo este papel en su planificación estratégica para que se convierta en un elemento transversal de muchas de sus metas y objetivos.

Una aproximación al papel de las bibliotecas en la internacionalización de las universidades. La experiencia de la Biblioteca de la Universidad de Málaga (en colab. con Gregorio García-Reche). Actas de las XVIII Jornadas Españolas de Información y Documentación. Se realiza un análisis descriptivo de la contribución de la Biblioteca a la internacionalización de la Universidad, partiendo de los campos de actuación más significativos señalados por la bibliografía especializada: la gestión de la colección y los recursos de información, el apoyo a la investigación y la publicación científica, la formación dirigida a la comunidad universitaria y al propio personal bibliotecario, la colaboración con los programas de intercambio y estancias profesionales y la participación en proyectos internacionales. Se concluye que la Biblioteca cuenta con un gran potencial para constituirse en agente de internacionalización, al incluir esta faceta en su planificación estratégica, convirtiéndola en misión o propósito, pasando a ser un aspecto primordial en la implementación de funciones, recursos y servicios, así como en el desarrollo de procesos y procedimientos.

Aproximación al rol docente del personal bibliotecario: perfiles, identidad, prácticas y formación pedagógica. Desiderata, 6 (22). Se estudia el rol docente del personal bibliotecario según lo establecido en los marcos de referencia y directrices profesionales de ámbito nacional e internacional (CCB, REBIUN, ECIA, ALA, ACRL, IFLA), así como los principales aspectos tratados en la literatura profesional. En las publicaciones especializadas y académicas analizadas se tratan aspectos tales como la evolución del concepto; la identidad, estatus y percepción del personal bibliotecario como docente; las principales responsabilidades que se asumen y la necesidad de una adecuada formación inicial y continua en teorías y prácticas pedagógicas. Se concluye que los marcos de referencia profesionales están claramente establecidos y que existe una bibliografía internacional creciente que facilita el acceso a los resultados de la investigación y la reflexión documentada al respecto. No obstante, hay notables diferencias en cuanto a la percepción y al estatus del bibliotecario docente entre el ámbito anglosajón y el español, propiciadas tanto por el diferente ordenamiento institucional como por la propia trayectoria histórica de la profesión en contextos diferentes. Este hecho, lejos de suponer un obstáculo, podría entenderse como un acicate para la puesta en valor de esta faceta profesional, como una oportunidad para visibilizar la riqueza del trabajo bibliotecario, en el que se asienta el diseño de las actividades de formación que se imparten desde las bibliotecas.

Bibliotecas universitarias y formación permanente de las personas mayores: análisis de una experiencia en un entorno digital. Revista general de información y documentación, 33 (1). Se analiza una experiencia formativa desarrollada en un entorno digital, dirigida a mayores de 55 años e impartida desde una biblioteca universitaria. Su objetivo fue contribuir a la formación en competencias mediáticas e informacionales mediante un taller sobre el uso del catálogo, el acceso a recursos electrónicos y la participación en redes sociales y canales de comunicación. La participación fue del 60,49% del total de inscritos, con un cumplimiento de las expectativas de 4,68 sobre 5. Algunas limitaciones fueron la fecha de realización de la actividad, la brecha de género y no haber ofrecido formación complementaria. Se concluye que la participación de las bibliotecas universitarias en la formación de personas mayores tiene valor estratégico y se alinea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible relacionados con la inclusión, el acceso a la información, el aprendizaje permanente, la lucha contra las desigualdades y la extensión del uso de las tecnologías.

Profesionales de la información. Trascender nuestros límites para prestar mejores servicios y colaborar eficazmente. Mi Biblioteca: La revista del mundo bibliotecario, 19 (73). Tras más de tres décadas como bibliotecario en la universidad, lógicamente considero imprescindible la especialización. Sin embargo, siempre he defendido la transversalidad de nuestro trabajo, su esencia básica común y la necesidad de colaboración entre distintos ámbitos (bibliotecas universitarias, públicas, escolares, nacionales, regionales, archivos, centros de documentación): ello nos enriquece profesionalmente y mejora el servicio que prestamos a nuestros usuarios directos ya la sociedad en su conjunto. Sin duda, aprendemos cada día de nuestras compañeras y compañeros más cercanos, pero también lo hacemos, y mucho, cuando compartimos actividades comunes con bibliotecas públicas y escolares, si participamos en la formación sobre temas que limitan con nuestra disciplina, si cooperamos con docentes e investigadores o nos comprometemos en proyectos de acción social.

La biblioteca escolar a la luz de las FKA (Áreas de Conocimientos Fundamentales) recogidas en las «Directrices de la IFLA para Programas de formación profesional en Bibliotecología y Ciencias de la Información» (2022). V Jornada Universitaria de Bibliotecas Escolares y Animación a la Lectura. La International Federation of Library Associations and Institutions (IFLA) aprobó en abril de 2022 sus Guidelines for Professional Library and Information Science (LIS) Education Programmes (Chu et al., 2022). En estas Directrices se establecen tanto las Áreas Fundamentales de Conocimiento (FKA), como los elementos que deberían conformar, desde una perspectiva global, el programa de formación del personal bibliotecario. Según se declara en el propio documento, uno de sus posibles usos es servir de base e impulso para el desarrollo de nuevos programas de formación, así como para la revisión y adaptación de los existentes. Interesan, por tanto, al personal académico, pero también a estudiantes y organismos y entidades implicados con la calidad de la formación en LIS. En esta comunicación se hace una lectura de las ocho FKA desde la perspectiva del compromiso que asumen las bibliotecas escolares con su comunidad, de la labor que realizan y de sus posibilidades de desarrollo: FKA 1. Información en la sociedad. FKA 2. Bases de la profesión de bibliotecología y ciencias de la información. FKA 3. Tecnologías de la información y la comunicación. FKA 4. Investigación e innovación. FKA 5. Gestión de recursos de información. FKA 6. Gestión para profesionales de la información. FKA 7. Necesidades de información y servicios al usuario. FKA 8. Alfabetización y aprendizaje. Las FKA sirven así de guía y de estímulo para profundizar tanto en el papel central que debe jugar la biblioteca escolar, como en la imprescindible formación inicial y continua de los responsables que las gestionan y animan.

Innovación y nuevas estrategias de formación para el apoyo a la docencia, al aprendizaje y a la investigación desde la biblioteca universitaria (en colab. con Gregorio García-Reche, María Goretti Misas-Gento y María José Pérez-Garzón). Boletín de la Asociación Andaluza de Bibliotecarios, 38 (125). Se presentan las nuevas estrategias introducidas en el Plan de Formación de la Biblioteca de la Universidad de Málaga referidas, por un lado, a la integración del aprendizaje de las competencias informacionales en el currículo académico, en la programación docente de grados y posgrados, en los planes de formación del personal docente e investigador y en el aprendizaje a lo largo de la vida; y, por otro, a la implementación de tecnologías de la comunicación que posibilita la formación en directo a grandes grupos y de manera interactiva. Se analizan los resultados de cada una de las acciones formativas, especialmente la percepción por parte de los asistentes, que han ayudado a revisar sus enfoques y despliegues, además de avalar su continuidad en el futuro.

La biblioteca escolar a la luz de las FKA (Áreas de Conocimientos Fundamentales) de las «IFLA Guidelines for Professional LIS Education Programmes»

El pasado 16 de mayo tuvo lugar en la Universidad de Málaga la V Jornada Universitaria de Bibliotecas Escolares y Animación a la Lectura de la que hicimos reseña en este blog.

Os dejo ahora por aquí el enlace a la presentación de mi comunicación, que versó sobre «La biblioteca escolar a la luz de las FKA (Áreas de Conocimientos Fundamentales) recogidas en las Directrices de la IFLA para Programas de formación profesional en Bibliotecología y Ciencias de la Información (2022)«.

En estas Directrices se establecen tanto las Áreas Fundamentales de Conocimiento, como los elementos que deberían conformar, desde una perspectiva global, el programa de formación del personal bibliotecario.

Según se declara en el propio documento, uno de sus posibles usos es servir de base e impulso para el desarrollo de nuevos programas de formación, así como para la revisión y adaptación de los existentes. En esta comunicación se hizo una lectura de las ocho FKA dirigida especialmente a las y los estudiantes de Grado presentes en la Jornada, desde la perspectiva del compromiso que asumen las bibliotecas escolares con su comunidad, de la labor que realizan y de sus posibilidades de desarrollo.

Jornada Universitaria de Bibliotecas Escolares y Animación a la Lectura

El martes 16 de mayo participé en la V Jornada Universitaria de Bibliotecas Escolares y Animación a la Lectura, celebrada en la Facultad de Ciencias de la Educación, organizada por Raúl Cremades García, J. Alejandro Rodríguez Ayllón y Andrea Felipe Morales (Universidad de Málaga) y Belén Lorenzo Campos (Fundación Alonso Quijano), a quienes agradezco la aceptación de mi comunicación y felicito por el éxito de este Encuentro.

Ha sido una experiencia muy enriquecedora en la que se han combinado las ponencias de académicos como Santiago Yubero (director del CEPLI: Centro de Estudios de Promoción de la Lectura y Literatura Infantil de la UCLM) y Juan Mata Anaya (profesor emérito de la Universidad de Granada y presidente de la Asociación Entrelibros), con la de expertos en bibliotecas escolares como Juan José Sanz (Responsable de la Línea 2 de la Red BECREA de Málaga) y el taller de animación a la lectura impartido por Rocío Antón (experta en fomento de la lectura y responsable de Dinamiza Lectura).

Las mesas de comunicaciones han acogido contenidos de muy diverso tipo, relacionados con la alfabetización informacional y mediática y la animación a la lectura, incluida mi aportación sobre las Áreas de Conocimientos Fundamentales para el personal bibliotecario según las Directrices de la IFLA, y la exposición de algunos de los proyectos llevados a cabo por estudiantes de último curso de Grado en bibliotecas escolares mediante la metodología de aprendizaje-servicio.

En este tipo de eventos presenciales valoro mucho el contacto humano, que permite conocer personalmente y conversar con colegas antes y después de los espacios formales de las sesiones de trabajo. Así, tuve la oportunidad de saludar a la profesora Andrea Felipe Morales, a quien agradezco su cercanía y disponibilidad y a Olivia Cózar, profesora, escritora y responsable de la Linea 1 de la Red BECREA de Málaga, además de moderadora en la mesa de comunicaciones en la que intervine. Un lujo haber coincidido con colegas venidas de otras Comunidades Autónomas como Isabel Puente Cadena, responsable de la Biblioteca del Centro de Profesorado de Zaragoza e Irene Ariza Garrido, directora de la Biblioteca del Colegio Estudio (Madrid): seguiremos en contacto. Por supuesto, fue un placer saludar personalmente a alguien tan comprometida con las bibliotecas escolares de Málaga como Raquel González.

Nos quedamos con ganas de más, así que ¡nos vemos en la VI Jornada, en 2024!

Publicaciones y Eventos. Resumen del 2022

Ante todo, desearos a quienes os acercáis a este blog un muy feliz año 2023.

Por mi parte, a nivel profesional, espero seguir aprendiendo gracias a la participación en eventos y cursos, y a trabajar en la preparación de artículos y comunicaciones: son, en mi opinión, dos de las mejores formas de aprender.

Os dejo por aquí los enlaces a algunas de las aportaciones en las que he participado en 2022, en colaboración o individualmente, por si os resultan de interés:

En 2023 espero tener la oportunidad de seguir aprendiendo con las personas mayores, compartiendo con quienes nos visitan gracias al Programa Erasmus+, descubriendo junto a docentes de institutos y sus estudiantes de secundaria y bachillerato, reflexionando con quienes se animan a emprender los estudios de Doctorado; también, publicando artículos y participando en eventos profesionales y, por supuesto, creciendo cada día gracias a mis compañeras y compañeros de la Biblioteca de la UMA y del resto de bibliotecas universitarias, públicas, escolares y especializadas.

¡Seguimos!

Formación y profesión bibliotecaria. Reflexiones en el «Meeting online» organizado por la AAPID

Introducción

El pasado 14 de diciembre tuve el placer de participar en el Meeting online organizado por la AAPID, y moderado por su presidente, Rafael Cid Rodríguez, en el que se debatió sobre la situación de la formación (académica, continua, formal e informal) del personal bibliotecario.

Los participantes fueron expertos de primer nivel: Lluìs Anglada i de Ferrer, Director del Área de Ciencia Abierta del CSUC; José Manuel Morales del Castillo, de la Facultad de Comunicación y Documentación, Universidad de Granada; Carlos Miguel Tejada Artigas, de la Facultad de Ciencias de la Documentación, Universidad Complutense de Madrid; y Amparo Pons Cortell, presidenta del COBDCV.

Además, entre los asistentes al debate tuvimos el honor de contar con la presidenta de FESABID, Alicia Sellés Carot y con Antonio Tomás Bustamante Rodríguez, presidente de la AAB.

El video del encuentro está disponible en la web de AAPID.

Os dejo la versión escrita de mi intervención, que he enriquecido con enlaces a algunos  recursos relacionados con la formación de los profesionales bibliotecarios.

Reflexiones sobre la formación de los profesionales de las bibliotecas

Mi intervención en este debate parte de una visión subjetiva y parcial, desde la perspectiva de quien trabaja desde hace más de 30 años en la biblioteca universitaria de una institución de educación superior relativamente joven (50 años), de una Comunidad Autónoma del Sur de Europa.

Una visión de alguien que está convencido de que:

  • La formación entre iguales es un modo privilegiado de aprender.
  • Es necesario embarcarnos en proyectos de formación transversales en nuestra comunidad natural (las bibliotecas, archivos, museos, centros de documentación) y también fuera de la misma (innovación, pedagogía, marketing, derecho, trasferencia del conocimiento…).

Para mí, el paso por la universidad, no solo en nuestra disciplina, sino en todas, aporta una formación básica, un marco teórico y una aproximación a la práctica de la profesión. A partir de ahí, es imprescindible la formación de posgrado y, sobre todo, una formación continua y específica.

Personas expertas y grupos especializados en el entorno de REBIUN, FESABID, Consejo de Cooperación Bibliotecaria y asociaciones profesionales han definido competencias, comportamientos y perfiles, tendencias, etc., estas aportaciones suponen un valioso trabajo, accesible en informes y documentos, que nos ayuda a saber de dónde partimos y qué deberíamos esperar de nosotros mismos y de nuestras instituciones.
Pero, por desgracia, gran parte de ello se queda en teoría o, pese a los esfuerzos de los profesionales, se ignoran por parte de nuestras instituciones.

Lluis Anglada hablaba recientemente de la nuestra como de una “profesión minorizada”. Y estoy de acuerdo con él en que reforzar nuestras asociaciones, formarnos y ganar peso político es fundamental para revertir esta situación. El debate, desde mi punto de vista, está en:

  • ¿Qué tipo / modelo de asociacionismo necesitamos? Creo que uno basado en el apoyo mutuo, la cooperación y la unidad de acción, respetando la realidad plural de la que partimos (geográfica y “funcional”).
  • ¿Cómo intervenir en política, en la “cosa común”, la «cosa pública»? Para mí, haciéndonos valer ante nuestros políticos como “servicios esenciales” y agentes valiosos para los ODS de la Agenda 2030.
  • ¿Qué formación, con qué herramientas y medios? Una formación que aproveche todas las oportunidades: formación entre iguales, formal e informal, con apoyo institucional y compromiso personal (creando nuestros propios entornos personales de aprendizaje).

La necesidad de formación continua de quienes trabajamos en bibliotecas se hace evidente cuando:

Además, en estos dos últimos años, y haciendo de la necesidad virtud:

  • Nos hemos hecho expertos en el uso de herramientas de teletrabajo y videoconferencias.
  • Hemos apostado definitivamente por los recursos en formato digital, incluidos los que aún se resistían: los manuales, los libros en español, las revistas de humanidades y de ciencias sociales.
  • Hemos consolidado servicios de referencia e información y canales de comunicación online con nuestros usuarios.

Mirando al futuro próximo

Creo que las Administraciones (ayuntamientos, gobiernos autonómicos, gobierno central, universidades) deberían jugar el papel de facilitadores de la formación en los puntos señalados y en otros muchos aspectos en los que es necesario una actualización permanente. Deberían favorecer la creación de espacios de formación entre iguales, de intercambio de experiencias, de estancias profesionales nacionales e internacionales.

En concreto, las universidades, muy bien valoradas como agentes de formación por los profesionales, deberían ampliar y coordinar su oferta de cursos especializados, de posgrado, en el que el papel de los académicos sea complementado con la participación de profesionales.

Además, las asociaciones profesionales son las mejores consideradas por nosotros mismos para poner en práctica acciones formativas, por tanto, hay que reforzar este punto, generando proyectos atractivos, colaborativos, desde FESABID o entre distintas entidades de manera cooperativa. Ofertas formativas que cuenten con el respaldo de organismos oficiales y universidades, bien por la via de la co-organización, bien por la de la acreditación y el reconocimiento.

Para mí, la transversalidad es un valor. Por tanto, plantear actividades formativas en las que puedan participar, y enriquecerse mutuamente, bibliotecarios de las públicas, de las universitarias, de las escolares, profesionales de centros de documentación, de archivos y de museos, sería muy positivo. He tenido ocasión de vivir experiencias muy enriquecedoras de colaboración con las bibliotecas escolares a través de talleres de competencias informacionales, de formación a la comunidad universitaria, y en talleres para personas mayores en el marco del Aula de mayores de la UMA.

La contribución a la internacionalización de nuestras instituciones me parece un aspecto importante: colaborar en la acogida de los estudiantes Erasmus, hacer nosotros mismos estancias internacionales, ofrecer materiales y formación en inglés, etc.

Por último, acabar con una obviedad para quienes hemos estado, alguna vez, en el lado del formador, del docente, en una actividad formativa: enseñar es la mejor forma de aprender. Lancémonos a formar a nuestros usuarios, en sesiones presenciales, online o híbridas, en acciones formales e informales, compartamos experiencias con nuestros colegas en comunidades de aprendizajes y talleres… enseñaremos mucho… y aprenderemos más.

Seamos innovadores, seamos creativos. Las actividades formativas en línea desde la biblioteca universitaria.

Nuestro trabajo como bibliotecarios conlleva en muchos casos una faceta “docente” que, en los últimos tiempos ha devenido en docente exclusivamente online debido a las circunstancias derivadas de la pandemia del COVID-19.

Prácticamente toda la vida universitaria se ha virtualizado, las universidades presenciales han hecho un enorme esfuerzo por adaptarse a la docencia online en tiempo record y las bibliotecas han estado a la altura. Pero hemos de ser conscientes de que el papel de las bibliotecas ha de reforzarse y sus profesionales debemos de estar siempre alerta para afrontar los próximos retos. Uno de ellos es, sin duda, integrarse en el proceso de enseñanza-aprendizaje online lo que implica, entre otras cosas, reforzar la figura del bibliotecario formador.

Como bibliotecario, uno de los trabajos que más me gusta es compartir actividades que supongan una interacción con estudiantes, investigadores, profesorado… en las que exista intercambio de información y conocimientos: desde la pregunta de referencia en sus múltiples variantes o la «clásica» formación de usuarios hasta los planes y programas de formación en competencias informacionales y mediáticas. Pero este tipo de actividades son también de las más exigentes, de las que requieren un mayor esfuerzo de preparación y actualización.

Las siguientes reflexiones surgen en el contexto del Título Propio de Experto en innovación y tecnología educativa que estoy cursando en la actualidad, impartido por profesorado del Grupo de investigación InnoEduca de la Universidad de Málaga. La mejora de nuestra experiencia docente y de los resultados del proceso de enseñanza-aprendizaje en que nos involucramos no surgen espontáneamente: si queremos innovar y ser creativos es fundamental dedicar tiempo y esfuerzo a la lectura, al estudio y a conocer qué hacen nuestros colegas en otras bibliotecas. También es preciso ampliar nuestro enfoque didáctico hacia un nuevo paradigma educativo.

Probablemente pensemos que el grado de creatividad e innovación en los programas de formación ofrecidos por las bibliotecas es moderado y que las posibilidades de innovar y promover la creatividad son limitadas. Hay que tener en cuenta que muchos de los cursos y sesiones de formación están centrados en el aprendizaje práctico de un conjunto de recursos y servicios bibliotecarios y documentales (catálogo, bases de datos bibliográficas, localización y uso de revistas y libros en formato digital) y que la meta a alcanzar es que los usuarios sean autosuficientes para encontrar, seleccionar y tratar de manera segura y eficaz registros bibliográficos, bien referenciales, bien a texto completo, necesarios para sus tareas de enseñanza, aprendizaje o investigación.

Puede parecer que lo específico y “utilitario” del objeto de aprendizaje de nuestros cursos y sesiones de formación reduce las posibilidades de ser creativos. Sin embargo, hay estrategias sencillas con las que promoveremos la innovación y la creatividad. Algunas serían:

  • Se permite el error. Los cuestionarios que se proponen cuentan con suficiente tiempo para permitir su lectura y resolución con calma, y pueden repetirse por parte del alumno hasta obtener un resultado adecuado. No se penaliza el error, más bien al contrario, se valora que se llegue a un resultado adecuado. Esto libera a los usuarios de una tensión innecesaria a la hora de enfrentarse a un cuestionario en línea con límite de tiempo y de intentos. Nuestro objetivo no es «poner una nota» a los participantes, sino que autoevalúen sus conocimientos.
  • Las tareas y resolución de problemas tienen diferentes respuestas válidas. Planteamos en nuestros cursos supuestos prácticos adaptados al contexto de los usuarios, que permiten personalizar sus respuestas y que suponen para ellos un aprendizaje significativo. Sugerimos actividades más “experimentales”, con libre elección de temas por parte de los alumnos a la hora de hacer búsquedas o de elegir los recursos de información en los que indagar.
  • Los distintos temas se abren progresivamente. Por orden cronológico, proponiendo un itinerario de aprendizaje, pero siendo, a la vez, muy flexibles de manera que el avance en el curso, dentro del ritmo general, lo marca cada alumno.
  • Se realiza una evaluación inicial para tener un diagnóstico del grado de conocimiento previo, de manera que adaptamos los contenidos, actividades e incluso la metodología del curso a la realidad de la que parten nuestros usuarios.
  • Se promueve la presentación de los participantes para que todos conozcan la procedencia, especialidad, intereses, etc. de los demás. Esto favorece el sentimiento de pertenencia a un grupo, a una comunidad de aprendizaje.
  • Se comparten (de manera voluntaria), los resultados de las tareas a través de los foros y de seminarios o tutorías en línea, de manera que se genera un ambiente colaborativo y de interdependencia.
  • Vamos más allá de explicar los recursos de la Biblioteca, y nos enfocamos en los intereses y necesidades de los usuarios. Por ejemplo: a los estudiantes de últimos cursos les preocupa cómo obtener la información para realizar su Trabajo Fin de Grado. Lo mismo sucede con los estudiantes de Máster o de Doctorado. Por tanto, ofrecemos cursos específicos de orientación bibliográfica para la realización de estos Trabajos Académicos.
  • La estructura y contenidos de los cursos tratan de despertar la curiosidad de los participantes por lo que van a descubrir en los próximos temas, o sobre información adicional, referencias bibliográficas o recursos en la Red a los que pueden acceder.

Terminemos con una mirada sobre nosotros, las bibliotecarias y bibliotecarios: hemos de ser capaces de profundizar en nuestro rol como docentes y de aprovechar todas las oportunidades para formar y formarnos.

Seamos agentes inspiradores de innovación, con una actitud abierta a los cambios, saliendo de nuestra “zona de confort”. Planifiquemos actividades en línea con nuevos enfoques, que permitan, por ejemplo, el aprendizaje colaborativo, la evaluación entre iguales, el empleo de las redes sociales y la tecnología móvil, el uso del juego como elemento didáctico o la introducción de las flipped classroom en nuestros Programas de formación.

Innovación educativa, paradigma EdTech y oferta formativa de la biblioteca universitaria: reflexiones de un bibliotecario-formador

Recientemente he asistido a una videoclase del curso Experto universitario en Innovación y Tecnología Educativa, impartida por el profesor Enrique Sánchez Rivas, miembro del grupo de investigación InnoEduca de la Universidad de Málaga. En ella, se presentaban los principales aspectos del paradigma EdTech.

Como bibliotecario involucrado desde hace ya décadas en la planificación y puesta en práctica de programas de formación en la biblioteca universitaria y muy interesado en la labor que se hace desde las bibliotecas escolares, esta clase y la posterior sesión online con el resto de compañeros del curso, me han hecho reflexionar sobre la manera en que estamos planteando dicha formación y en qué medida podemos mejorar nuestros resultados.

La esencia de EdTech se puede sintetizar en una breve frase: primero la pedagogía, después la tecnología. O dicho de otra forma, para innovar en educación es necesario ir más allá de la tecnología para no solo adaptarnos a ella, sino para transformar el modo en que planteamos el proceso de enseñanza-aprendizaje. Podríamos pensar que innovamos porque sustituímos una explicación presencial por un powerpoint o un videoclip, o si evaluamos las tareas en una plataforma Moodle en lugar de corregirlas en clase: estaríamos adaptándonos a la tecnología, quizá incluso ofreciendo contenidos valiosos e interesantes, pero no transformando la esencia de nuestras actividades formativas, no innovando pedagógicamente.

EdTech cuenta con determinados principios (pedagogía de la coasociación, diseños universales de aprendizaje, entre otros) y con unos modelos de intervención didáctica (como TPack y los Sistemas Dinámicos de Formación Virtual), que se concretan en la construcción de una identidad pedagógica propia, ya sea a nivel individual, institucional o corporativo. A este respecto la biblioteca universitaria no parte de cero: la Red de Bibliotecas Universitarias (REBIUN) trabaja desde hace años en una de sus líneas estratégicas para hacer de estas instituciones agentes fundamentales en la formación de competencias digitales, en la alfabetización informacional y mediática, lo que ha generado una abundante documentación y unos interesantes materiales audiovisuales para la autoformación dirigidos a estudiantes de Grado.

Por otra parte, desde el Consorcio de Bibliotecas Universitarias de Andalucía (CBUA) también se han hecho esfuerzos por compartir experiencias y avanzar en las propuestas formativas que las bibliotecas ofrecen a la comunidad universitaria. La bibliografía nacional e internacional sobre el rol que juegan las bibliotecas universitarias en la formación es abundantísima. Por último, en el ámbito de las bibliotecas públicas y escolares destacaremos, a nivel nacional, la labor del Grupo de Trabajo de Alfabetización Informacional del Consejo de Cooperación Bibliotecaria, coordinado por Felicidad Campal y, en el caso de Andalucía, la llevada a cabo por el profesorado comprometido con la Red Andaluza de Bibliotecas Escolares y la excelente revista digital Libro Abierto, en la que se recopilan reflexiones teóricas, experiencias, opiniones y herramientas prácticas de todo tipo.

Si como bibliotecas, y a nivel personal como bibliotecarios formadores queremos construir una identidad pedagógica propia será necesario comenzar por establecer un perfil de salida, es decir, por preguntarnos qué competencias han de adquirir quienes participan en nuestras acciones formativas, qué huella queremos que la acción formativa deje en ellos. En el caso de las bibliotecas universitarias, una propuesta podría ser la adquisición de las competencias informacionales que permitan a nuestros usuarios desarrollar adecuadamente el aprendizaje y la investigación, mediante el dominio de las herramientas y las técnicas para el manejo de la información académica y científica, su uso ético y la comunicación eficiente del conocimiento y resultados generados.

Para hacer realidad esta declaración, deberíamos concretar acciones, identificar ámbitos de transformación coherentes con el perfil que hemos definido y ser capaces de captar el conocimiento colectivo no solo del equipo de formadores, sino también de quienes se están formando, para enriquecer los contenidos de nuestro modelo pedagógico y adaptarlo al máximo a las características de nuestros usuarios. Algunos de los ámbitos de transformación que podríamos citar en el caso de la biblioteca universitaria serían: los cursos virtuales, las guías de la biblioteca, el material de autoformación depositado en repositorios instituciones, como el de la UMA (RIUMA), las entrevistas y sesiones de información y referencia online, los tutoriales online y las actividades de información y formación presenciales.

En mi opinión, la construcción de un modelo pedagógico propio de la biblioteca universitaria cuenta ya con buena parte de los elementos necesarios, que habría que repensar y potenciar, desde este nuevo paradigma, entre los que citaremos: una estructura para la formación (grupo de formadores estable, integrado en el organigrama de la Institución, grupos y equipos interuniversitarios centrados en la formación para el aprendizaje y la investigación), espacios para el debate y el diseño de la intervención docente de los bibliotecarios (equipo de formadores en espacios colaborativos como Teams, sala virtual de formadores en plataformas de aprendizaje como Moodle, foros y listas de distribución profesionales como IweTel y FIDEL), unas pautas para el diseño de contenidos (planes de formación, programas anuales de formación, materiales y documentos generados por la Comunidad bibliotecaria nacional e internacional), unos procedimientos de evaluación para la mejora permanente (encuestas en cada curso, encuesta anual, informes anuales, foros de debate con los participantes) y unos mecanismos de comunicación con los destinatarios de la formación (correo-e, whatsapp, chat bibliotecario, redes sociales, foros, creación de grupos, tutorías online).

En definitiva, se trataría de seguir avanzando en el largo camino que las bibliotecas universitarias llevan recorrido en el ámbito de la formación, priorizando los aspectos pedagógicos; cohesionando medios, herramientas y actividades, con el objetivo de construir una identidad pedagógica de nuestra biblioteca que nos permita ser realmente innovadores y hacer posible la mejora continua de nuestra oferta formativa.

La desaparición de las bibliotecas y sus profesionales

De manera recurrente aparecen artículos que, como el publicado por Universia en junio pasado, pronostican la desaparición de determinadas profesiones y oficios, que se extinguen, según los ‘gurús’ de la predicción económica, bien por la competencia de la tecnología, que reduciría o eliminaría el trabajo humano, bien porque las tareas que ejercen determinadas profesiones pasarían a realizarlas directamente los usuarios (gracias también a la tecnología), que podrían así prescindir totalmente de los servicios que anteriormente necesitaban.

La última previsión que he tenido ocasión de leer sobre los «5 empleos que desaparecerán en 10 años» me ha llegado al corazón. Es la que publica un medio online que, sin citar fuente alguna, afirma:

La tecnología está reemplazando la necesidad de libros físicos y cada vez son más las escuelas que están digitalizando sus bibliotecas. Por esta razón, se espera que, en diez años, la necesidad de tener bibliotecarios simplemente vaya desapareciendo.

En el plano personal, podría consolarme pensando que, tras más de 30 años de profesión, la desaparición de mi gremio, que existe, según parece, desde el año 2600 a.C., me pille ya jubilado, o casi. Pero es que llevo más de la mitad de mi vida laboral leyendo y escuchando augurios acerca de la desaparición de los libros en papel, con la consiguiente desaparición de los edificios que los albergan. Y si no hay libros ni edificios, ¿para qué queremos personal bibliotecario?

Mi admirado Julián Marquina ya respondió en su momento, y de manera muy acertada, al artículo de Universia donde se auguraba que «el futuro de los bibliotecarios no pinta demasiado bien«. En mi opinión, quienes escriben este tipo de artículos apocalípticos sobre las bibliotecas y su extinción quizá sepan algo de economía, o de tecnología, o de alguna otra disciplina, pero desconocen lo que son y lo que hacen las bibliotecas en 2020, ignoran sus proyectos y realidades, y ni se imaginan los servicios y recursos que gestionan y ofrecen sus profesionales a todo tipo de usuarios, desde la infancia a la vejez, desde el colegio a la universidad, desde el hospital al centro penitenciario.

En general, el argumento es el siguiente: los libros en formato impreso van a desaparecer y todo lo que se necesita está en Internet, luego desaparecerán las bibliotecas y los bibliotecarios. La verdad es que es un argumento sencillo, fácil de ‘comprar’, lo entiende cualquiera, incluso quien no haya pisado nunca una biblioteca o haga décadas que no visita ninguna, presencial o virtualmente. Pero bueno, pudiera ser que el argumento tenga alguna base, no hemos de dejar de críticos y cuestionar nuestras certezas.

Será que los libros digitales no se catalogan, ni se prestan, y además llegan solos a los servidores, y automáticamente se pueden leer en el ordenador o dispositivo del usuario. De hecho, no hace falta seleccionarlos, negociar con proveedores su compra o su suscripción. Tampoco, obviamente, se revisa, analiza ni evalúa el uso de los libros y revistas en formato digital, ni se elaboran informes para optimizar su uso, procurando adecuar los recursos a las necesidades.

Será que no hay miles de suscripciones a revistas electrónicas gestionadas por las bibliotecas, ni tampoco existen bases de datos generales, interdisciplinares y especializadas, nacionales e internacionales, que facilitan información y documentos a los usuarios. Naturalmente, esas suscripciones a revistas y bases de datos no requieren ningún tipo de proceso técnico, ni seguimiento, y la tramitación anual de sus renovaciones se hacen solas.

Otro motivo para la desaparición del personal bibliotecario podría ser que, como todo el mundo sabe (especialmente progenitores, profesorado y bibliotecarios), la generación milenial es ‘nativa digital’ , así que desde la más temprana adolescencia las chicas y chicos saben distinguir entre información veraz y falsa y cuentan con competencias informacionales y mediáticas suficientes para encontrar los documentos que necesitan, buscando con eficacia entre millones de registros disponibles, por lo que no es preciso realizar ningún tipo de acción formativa al respecto. Por descontado, manejan todo tipo de herramientas ofimáticas y saben, por ciencia infusa, redactar correctamente sus trabajos e incluir las citas y referencias bibliográficas que han utilizado.

Lógicamente, nadie usa las salas de estudio, de consulta y de trabajo en grupo que ofrecen las bibliotecas. Tampoco es preciso ningún personal para poner en marcha clubes de lectura (presenciales o virtuales), talleres de lecto-escritura, experiencias lúdicas o actividades  culturales y sociales abiertas a todos.

Definitivamente, parece que no se necesita personal bibliotecario para nada de esto.

Tampoco para dinamizar bibliotecas infantiles y escolares, ni para ayudar a los investigadores y académicos en la recogida y análisis de datos, gestionar repositorios para el acceso abierto e impulsar los recursos educativos abiertos o colaborar en la recopilación y evaluación de las  evidencias de la calidad de los trabajos científicos.

Por otra parte, como es sabido, los metadatos nacen de la tierra, si bien algunos caen del cielo. Los sistemas de gestión bibliotecaria y los ‘servicios de descubrimiento‘ se autogestionan y solucionan sus incidencias sin intervención humana. También la gestión de los materiales impresos que hay en las bibliotecas (sí, créanme, sigue habiendo un alto porcentaje de información disponible en papel) se hace mediante una formula mágica en la que para nada participan las personas.

La respuesta a los mensajes recibidos en las bibliotecas a través de Whatsapp, Twitter, Facebook y otras redes sociales los responde una máquina, que es la misma que selecciona el libro del que se hace la reseña, que no escribe nadie, en el blog de la biblioteca.

Por último, como es público y notorio, a cada barrio, pueblo y aldea llega la conexión a internet de más alta velocidad   y la telefonía 4G (bueno, ya mismo la 5G) está al alcance de cualquiera que, además, sabrá manejar dicha tecnología. 

Como hemos visto, el acceso efectivo a la cultura, la producción científica, la información y el entretenimiento están asegurados, y la totalidad de la población cuenta con competencias suficientes para ello, por lo que las bibliotecas y sus profesionales tienen los días contados… desde el 2600 a.C.

 

 

 

Sociales, enredados, digitales, ¿competentes?

Si miramos a nuestro alrededor, en una cafetería, una actuación musical o una conferencia, no será raro ver a muchas personas pendientes de sus dispositivos móviles, aparentemente ajenos a la persona con la que está desayunando, al grupo de rock que toca o a la conferenciante que expone sus ideas.

¿Qué habrá que leer o escribir que sea tan importante como para desatender a ese amigo con el que hace tiempo que no quedamos, distraernos en el concierto cuya entrada nos “ha costado un pico”, o estar tecleando en nuestro móvil durante la conferencia de esa escritora tan interesante de la que hemos leído todos sus libros?

Leemos, visualizamos, compartimos, escribimos, fotografiamos, grabamos, subimos, comentamos, etiquetamos, reenviamos, valoramos, posteamos… todo en las redes y, en muchas ocasiones, a la vez que realizamos actividades en la vida real.

Las redes sociales forman parte de nuestra forma de relacionarnos, de la manera que tenemos de elegir lo que compramos, de nuestros hábitos de lectura, estudio e investigación. Empleamos las redes sociales para hacer una consulta a la Biblioteca a través de WhatsApp, para seguir en Twitter a un representante político o hacerle llegar una propuesta o crítica, para contar lo bien que lo pasamos en nuestras vacaciones compartiendo fotos en Facebook, para entablar nuevas amistades o buscar pareja en Tinder, para compartir la foto que nos acabamos de hacer con nuestro amigo en Instagram, grabar un video del concierto del que estamos disfrutando y subirlo a YouTube y tuitear sobre lo que nos está contando la famosa escritora, antes de escribir un post algo más extenso sobre ello en nuestro blog.

Las redes han dejado de ser parte del mundo virtual para convertirse en una extensión de nuestro yo real, que no es solo físico, sino también digital. La reputación digital, tanto de las personas como de las organizaciones y empresas, pasa así a primer plano. Las empresas y las organizaciones han comprendido, algunas antes y mejor que otras, que gran parte de su público potencial está en las redes, y que gestionarlas de manera profesional ampliará su mercado, satisfará a sus usuarios, incrementará el número de sus clientes. Muchos servicios se prestan ya exclusiva o principalmente de forma online. Los usuarios prefieren, muy a menudo, utilizar su móvil para comunicarse con su futuro empleador, con su compañía de seguros o con su universidad, antes que dirigirse a ellos en persona, por correo electrónico o por teléfono.

El uso intensivo de las redes sociales en los países de economía desarrollada y en los países emergentes ha supuesto una auténtica revolución, no solo para las empresas, sino también para la ciudadanía. Las cifras del mercado en el entorno digital superan en muchos sectores a las del mercado físico, los servicios y productos online basan gran parte de su prestigio en los comentarios y las valoraciones de los usuarios, como bien saben los hoteles y restaurantes, que se esfuerzan por ser los mejores valorados en plataformas y webs de reserva como Booking, Trivago o El Tenedor.

Por parte de la ciudadanía, la cesión de datos personales, a menudo de forma no consciente, permite a los propietarios de las grandes redes y a otras empresas del sector manejar un enorme volumen de datos (big data) con los que personalizan el servicio que ofrecen y la publicidad que recibimos, en el mejor de los casos, o, en el peor, permite analizar los datos para conocer preferencias, relaciones, actividades, etc. que permitirían fines tan poco lícitos como manipular nuestra opinión en cuestiones polémicas de todo tipo, o difundir noticias falsas (fake news), que pueden llegar a torcer el sentir de la opinión pública y a favorecer determinadas opciones ideológicas y políticas.

El debate sobre cómo aprovechar todo el potencial de las redes sociales, evitando sus riesgos, ocupa y preocupa a estados y a instituciones supranacionales como la IFLA, la Unión Europea y la UNESCO, y oscila desde las opciones que piden el control de las redes o su autorregulación, hasta las que apuestan por la formación en competencias informacionales y digitales desde la escuela hasta la universidad, para que la ciudadanía utilice las redes con responsabilidad y con la capacidad suficiente para distinguir las fuentes fiables de las sospechosas en los mensajes que recibe y en la información que obtiene a través de Internet, especialmente en las redes sociales.

Sin duda, apuesto por esta última opción, donde los profesionales de la información tenemos por delante retos y oportunidades que reclaman nuestro compromiso activo.

(*) Este post está basado en las «reflexiones» que presenté como parte de las tareas obligatorias del curso «Gestión profesional de redes sociales. Community manager en la Web 2.0». FGUMA. 2019.

Más allá del «copia y pega»: presenta trabajos originales y ¡sube nota! Taller práctico

El pasado lunes, 28 de enero, tuve la oportunidad de impartir un Taller práctico a estudiantes de 3º y 4º de Educación Secundaria Obligatoria (ESO) en el IES Manuel Alcántara de Málaga titulado Más allá del «copia y pega»: presenta trabajos originales y ¡sube nota!

Una conversación informal entre amigos involucrados en la educación pública en sus distintos niveles dio como resultado que se me propusiera la realización de este Taller, propuesta que acepté sin dudar. Desde aquí agradezco al equipo directivo del Instituto y, especialmente a la profesora, y amiga, Cristina Luján que lo haya hecho posible.

Nos marcamos como objetivos de la actividad:

  • Concienciar sobre la importancia de hacer buenos trabajos, originales y que respeten la autoría y la propiedad intelectual.
  • Ofrecer una serie de recursos en la Web que permitan a los estudiantes encontrar información y documentación fiable y contrastada, de libre acceso y reutilizable.
  • Dar unas pautas y consejos prácticos para mejorar los resultados en su búsqueda de información en línea, y para evaluar su calidad y pertinencia.
  • Llamar la atención sobre la importancia de comunicar eficazmente las ideas, mediante una redacción y exposición estructuradas, que convierta datos e información en conocimiento e identifique las fuentes utilizadas mediante citas y referencias bibliográficas.
  • Realizar una búsqueda sobre un tema concreto, utilizando algunas de las fuentes de información presentadas y obteniendo documentos que sirvan de base para la elaboración de un trabajo académico.

La duración fue de 45 minutos y se realizaron tres sesiones a lo largo de la mañana, participando alrededor de un centenar de estudiantes. Además, también asistieron algunas profesoras que mostraron gran interés en los contenidos, especialmente la encargada de la biblioteca del Instituto, con la que tuve la oportunidad de intercambiar impresiones sobre la necesidad de reforzar los medios de estas bibliotecas y dotarlas de personal especializado.

La actitud de los participantes, en contra de lo que se podría prejuzgar de adolescentes que acuden obligatoriamente a una actividad de este tipo, fue muy atenta y mostraron bastante interés, haciendo preguntas, planteando dudas y tomando apuntes sobre la base de un esquema que les fue entregado para que siguieran con más facilidad la presentación.

Personalmente fue una experiencia positiva y enriquecedora y, quiero pensar, también lo fue para los participantes. Sin duda, creo que merecería la pena repetirla, aunque yendo mucho más allá de una actividad puntual y voluntarista como ha sido esta.

La necesidad de alfabetización informacional y mediática es perentoria, y la adquisición de competencias en información debería integrarse en los planes de estudio y en los objetivos a conseguir por parte de la Comunidad educativa desde Primaria hasta la Universidad.

En este sentido, la labor que ha desarrollado el Grupo de Trabajo sobre Alfabetización Informacional del Consejo de Cooperación Bibliotecaria dio como fruto diversos documentos, resultados y un magnífico Informe sobre Integración de las competencias ALFIN/AMI en el sistema educativo: referencias, contexto y propuestas. Un trabajo encomiable, coordinado por Felicidad Campal, y digno de ser muy tenido en cuenta por nuestros políticos y gestores educativos.